Historia

    

La Iglesia fue construida por los jesuitas cuando eran propietarios de la Hacienda La Compañía. Sobre la fecha de su construcción se manejan dos años: 1670 y 1758. 
La expulsión de los jesuitas de nuestro continente (1767), les obligó a salir de estas tierras atendidas por ellos durante siglos, pero la imagen de la Virgen quedó en La Compañía como símbolo del amor de Dios, de ese amor que todo lo supera y todo lo puede. 

La propiedad pasó por distintos arrendatarios, para posteriormente salir a remate y ser adquirida, en 1771, por don Mateo Toro Zambrano, quien fuera primer presidente de la Junta Nacional de Gobierno en 1810. 

A mediados de 1900, la Villa La Compañía le pertenecía a Manuela Correa de Lira y Margarita Correa de Cerveró, bisnietas del Conde de la Conquista. Cuando ellas fallecieron, la capilla de la Villa pasó a manos de los padres Pasionistas, congregación que desde 1945 se dedicaba a predicar misiones y atender distintas capellanías, entre ellas El Carmen y La Compañía.

Debido a las necesidades espirituales de la población, esta capilla-santuario es elevada, el 31 de marzo de 1974, a la calidad de parroquia, dedicada a la Inmaculada Concepción (La Purísima). 
Cuando en 1995 el Seminario Mayor Cristo Rey se traslada a la localidad de Graneros, la atención de esta parroquia queda a cargo del equipo de sacerdotes formadores. 

Cada 8 de diciembre, las calles que circundan al Santuario se transforman en enormes columnas de fieles que, provenientes de distintas zonas del país, se dirigen hasta el templo a rendirle tributo a la Virgen en el día de la Inmaculada Concepción. Se celebran misas, se confiesa, se pagan mandas y se venera a la madre de Dios. 
Todo esto hace que el Santuario de La Compañía sea conocido como un lugar habitual de peregrinación.